Don Diego. — Si tú la quieres, yo la quiero también. Su madre y toda su familia aplauden este casamiento. Ella..., y sean las que fueren las promesas que a ti te hizo..., ella misma, no ha sido media hora, me ha dicho que está pronta a obedecer a su madre y darme la mano, así que...
Don Carlos.— Pero no el corazón.
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